lunes, 5 de mayo de 2008

¡INSACIABLES LOS PANISTAS!

El Partido Acción Nacional lleva siete años en la presidencia de la república, y sus destacados miembros o militantes agraciados con cargos públicos de primer nivel, han dado muestras de pretender comerse al país en corto plazo.
Antes que arribaran a Los Pinos, lanzaban todo tipo de vituperios al Partido Revolucionario Institucional condenándolo por sus 71 años de corrupción manejando los destinos de la nación.
Vicente Fox Quezada, arrebató la presidencia de la república al PRI en el 2000, gracias a la campaña desacreditadora contra los miembros del otrora poderoso instituto político formado por Plutarco Elías Calles en 1929, bajo las siglas de Partido Nacional Revolucionario.
De ladrones, rateros y sinvergüenzas, no bajaban a los integrantes del PRI-gobierno.
Sin embargo, el señor de las botas hablaba doble lenguaje.
Criticaba la corrupción de sus adversarios políticos, pero resultó peor de ratero que los priístas.
El guanajuatense terminó su sexenio embarrado de tanta calabaza que salpicó a todo su partido, manchándolo para el resto de su existencia política.
De tanta magnitud fue el daño que la corrupción foxista le propinó al PAN, que el candidato de su partido a sucederlo, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, es presidente de México con presuntos indicios de ilegitimidad por las sospechas en los resultados electorales del Instituto Federal Electoral, los cuales manipuló a favor del abanderado azul, según continúa denunciando el PRD.
Los actos lapidarios contra el dinero del pueblo por parte del expresidente Fox y su esposa Martita Sahagún con sus hijos los hermanos Bibriesca, desencantó a esos millones de mexicanos que en julio del 2000 votaron por el gobierno del cambio.
Por lo que seis años más tarde, en el 2006, le cobraron caro la factura al PAN sufragando a favor del perredista Andrés Manuel López Obrador. “Pero el árbitro electoral, el señor Ugalde, nos robó la presidencia, asegura el tabasqueño”.
El resultado electoral de la elección presidencial en el 2006 mantiene divididos a los mexicanos. El país vive en la ingobernabilidad, acechado por la inseguridad en toda la geografía nacional.
Don Felipe Calderón, no ha logrado cicatrizar las heridas, y menos lo hará cuando connotados miembros de su gobierno, como el Secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño, despacha en el cargo bajo sospechas de corrupción por los millonarios negocios que realizó con Petróleos Mexicanos para beneficiar a su familia.
Y lejos de sancionarlo separándolo del cargo para someterlo a una minuciosa investigación que lo libere de los señalamientos, el presidente lo mantiene en el puesto por caprichos personales.
Toda esa estela de corrupción acumulada en tan solo seis años del PAN en el gobierno de la república, tambalean y mantienen en la cuerda floja el futuro del partido fundado en 1939 por Manuel Gómez Morín.
Y muestras de su debacle política se ha visto en los fracasos electorales que el partido albiazul viene acumulando desde el año pasado en diversas entidades del país, en las que sus candidatos fueron masacrados por los contrincantes del tricolor.
Los panistas saben que sus horas de gloria están contadas, y por ello recurren a los actos de rapìña del erario público, que tanto denostaron cuando imploraban por una limosna de poder.
Es tanta la sed y hambre de dinero de los mal llamados “manos limpias” que no les importa ser la vergüenza nacional o internacional del PAN y del gobierno Calderonista.
Y como muestra ilustramos el ejemplo del panista Rafael Quintero, quien siendo subdirector de Avanzada de la Coordinación de Logística de la presidencia, fue captado por las cámaras de seguridad del lugar donde se desarrollaba una reunión sobre seguridad en América Latina, justo cuando se embolsó siete teléfonos blakberry.
Si fuera de casa se clavan todo lo que ven mal puesto, qué no se chingarán en el país, principalmente si de dinero se trata.
Y es precisamente la ambición personal de cada distinguido panista, sea secretario de estado, subsecretario, director, delegado federal, senador, diputado, alcalde, síndico o regidor, la que provoca división y enfrentamientos.
En el estado de Veracruz, el PAN se encuentra herido de muerte, después de las elecciones de septiembre pasado el PRI lo dejó con un pie en la sepultura, y lejos de mostrar visos de recuperación, prolonga su agonía con el divisionismo provocado por la lucha de la dirigencia estatal.
Y como es un partido de vivales y oportunistas, ya salieron los que quieren aprovecharse de la debilidad y falta de liderazgo que enfrenta.
Además de la silla del fidelista Alejandro el Pipo Vázquez, algunos distinguidos militantes que gozan del fuero político, han marcado sus parcelas de poder reclamando la entrega de las distintas delegaciones federales a sus familiares y amigos.
Vienen las elecciones federales del 2009 y condicionan a su partido de apoyarlo en sus respectivos distritos electorales, siempre y cuando nombren a sus recomendados como delegados federales.
Esos señores creen tener a los veracruzanos agarrados de las orejas al asegurar que son garantía de triunfo en sus demarcaciones.
Pobrecitos, ignoran que las condiciones políticas del estado no son las mismas que prevalecieron en el proceso electoral del 2006, cuando algunos de ellos se alzaron con la victoria en diversos distritos.
Pero conociendo las mañas que presentan la mayoría de los panistas, el deseo que motiva su demanda por las delegaciones federales, no es la operatividad electoral, más bien es tener el control de los millonarios recursos que bajará el gobierno federal para hacer frente a la embestida de los candidatos de la Fidelidad.
A los panistas les vale madres su propio partido y el bienestar del pueblo veracruzano.
Quieren seguir hinchándose de lana porque el poder se les acaba.
¿O usted qué opina?

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