domingo, 15 de febrero de 2009

EL PARO CAMIONERO: UNA FALACIA COMPARTIDA

Otro criminal paro transportista.
Se impusieron cerrazón del gobierno Calderonista y terquedad de camioneros.
Cincuenta millones de usuarios, 4 de estos del estado de Veracruz, sufrirán hoy las consecuencias de la suspensión nacional del servicio de pasajeros y de carga.
Los transportistas del país demandan al presidente Felipe Calderón que el costo del diesel se quede en 6.31 pesos, como estaba en enero de 2008 y no al precio actual de 7.57, más el incremento mensual.
La respuesta de la federación fue el silencio; prácticamente ignoró el pedimento del pulpo camionero y no se doblegó ni con las amenazas del paro de motores, que inició a las cero horas de hoy lunes.
Versiones van y vienen en torno a este nuevo paro transportista, ahora por 24 horas.
Gobernadores de los estados de la república opinaron que “apoyan la petición de los permisionarios del transporte urbano, pero condenan los métodos de resistencia que afectan a la población”.
Por su parte dirigentes empresariales dicen “entender la postura de los camioneros, pero repudian que se recurra a métodos de protesta que dañen a la ciudadanía”, incluso propusieron a cambio la alternativa de declararse en moratoria nacional de pagos de impuestos a la Secretaría de Hacienda, apoderándose también de todas las oficinas recaudadoras en las principales ciudades del país.
Sin embargo los concesionarios del transporte de pasajeros desecharon la propuesta; optaron por irse al paro de labores, permitiendo que entraran sospechas sobre la politización de las demandas reales que mueve a los camioneros.
Y no son para menos esas dudas.
No debe olvidarse que muchos mandatarios estatales del PRI y del PRD molestos con el trato que reciben por parte del huésped de Los Pinos, sólo esperan la primera oportunidad para cobrarle facturas pendientes al presidente Calderón.
Con Vicente Fox en la presidencia varios gobernadores del Partido Revolucionario Institucional sostuvieron un idilio de complicidades, lo que les permitió vivir en el paraíso económico.
A la llegada del michoacano se cancelaron ese tipo de prebendas y privilegios; de golpe y porrazo Calderón ordenó cerrar llaves del dinero federal a todo aquel gobernador que tenía fama de sinvergüenza y de estar desviando los recursos para obra social en actividades políticas.
Esa actitud presidencial fue considerada como revanchista por los ejecutivos estatales, y en venganza, se asegura que ahora podrían estar detrás del movimiento de protesta transportista.
Al menos en el caso de Veracruz, para la federación no existen dudas que el gobernador Fidel Herrera se encuentra hasta las manitas financiando el movimiento camionero, cuya primer paro por siete horas, por cierto, cierto nació y fue organizado en la entidad.
Con todo un costal de mañas a cuestas, el político de Nopaltepec ha sabido detectar los puntos débiles del gobierno de Felipe Calderón, y uno de ellos es precisamente la falta de valor y firmeza para tomar decisiones para un mejor beneficio del país y los mexicanos.
Sin embargo el alto mando de la república, con su cerrazón a la petición de bajar el precio del diesel, trata de mostrar una cara que durante dos años ha ocultado, la de ser un gobierno de mano dura, inquebrantable y que no cede a caprichos personales ni de grupos, menos a los que llevan intereses partidistas.
Pero ante los ojos de la nación, la de Calderón es una presidencia endeble, que durante sus primeros 24 meses de administración ha estado en el filo de la navaja.
Primero las dudas que aún persisten en relación a su triunfo electoral y la sombra del Peje López Obrador que lo sigue a cada rincón de la geografía nacional recordándole que para los perredistas, petistas y convergentes, representa un presidente espurio.
Después esa batalla que nació perdida contra los capos del narcotráfico y el crimen organizado, que tantas vidas de policías y militares ha costado.
Ahora, si vemos el reclamo transportista sin apasionamientos, haciendo a un lado el coraje que provoca observar que el pueblo sigue siendo considerado como rehén de todo tipo de movimiento de protesta, sea legal o ilegal, podemos determinar que institucionalmente es entendible la postura presidencial de no ceder.
Si el presidente dobla las manos ante el paro y concede a los transportistas la reducción del precio del diesel que demandan, al rato todos los grupos, tal vez pertenecientes a siglas opositoras al PAN, recurrirán a las mismas estrategias de bloquear o paralizar el servicio que presten a la ciudadanía.
Y en consecuencia México estaría cayendo en la ingobernabilidad.
En este nuevo paro criminal de transportistas faltó capacidad política para buscar la mejor solución que no afectara al aguantador pueblo mexicano; pero las dos partes no se bajaron de su macho.
Lo innegable es que en otros episodios del quehacer gubernamental, en los que en realidad se ejercía el control político y el poder no se compartía, jamás tuvieron lugar escenarios que afectaran tanto a la población, como el que hoy estamos viviendo.
Los transportistas no pierden dinero como argumentan, el servicio de pasajeros es rentable, tanto que hasta les sobra para sobornar a las autoridades de tránsito.
Basta recordar lo expresado por los propios camioneros del puerto jarocho, quienes denunciaron que entregaban 300 mil pesos mensuales a la entonces directora de Tránsito Martha Montoya , para que los dejara trabajar bajo permisos provisionales y con sus chatarras inservibles , y además invadiendo rutas.
Los 300 mil pesos provenían de una sola organización camionera, y cuántas no existen en todo el estado. Gracias a esos cañonazos, la Montoya se fue bien forrada.
En suma, el dicho que “van a la quiebra”, es una jalada de los empresarios del transporte.
Su cacaraqueada demanda que baje el diesel, lleva otros intereses de por medio de quienes gobiernan en los palacios estatales.
Y se lo dejo al tiempo.
¿O usted qué opina?

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