miércoles, 25 de febrero de 2009

YA SE ESCUCHAN TAMBORES DE GUERRA…

Pactar tregua con impunidad o actuar y atacar de raíz el cáncer del comercio de las drogas en México.
Representa el gran dilema para el gobierno de la república, y parece estar agotado el tiempo para experimentos que sigan costando más vidas de militares y policías.
La guerra contra las bandas del narcotráfico y del crimen organizado, iniciada hace 12 meses, no tiene fin.
Cual pulpo de mil cabezas, los grupos multipolicíacos del México Seguro atrapan un cabecilla y aparecen otros diez sustitutos que agarran el control del negocio.
Sobre este espinoso asunto ha sido largo y tedioso el debate entre el presidente Calderón y los integrantes del aparato de seguridad nacional.
Y entre las múltiples y repetidas conclusiones aparece que la Federación no cuenta con el apoyo de los gobernadores estatales, pese a que varios de estos cacaraquean estar en cuerpo y alma en el frente nacional antidrogas.
De lo que no dudan en Los Pinos es del manto protector y de la red de complicidades que varios mandatarios de los estados tienen tendido para permitir que los narcotraficantes, secuestradores y asaltantes, se muevan y operen como Juan en su casa.
Los aparatos de inteligencia y espionaje nacionales han documentado que por lo menos una docena de gobernadores, la gran mayoría pertenecientes al PRI, están embarrados hasta las manitas con el dinero sucio proveniente de los carteles de las drogas. Algunos lo usaron para sus campañas proselitistas, pero otros engolosinados, continuaron exigiendo su parte correspondiente del negocio.
Con dicha información en sus manos, el presidente Calderón decidió verse las caras en exclusivo con la clase priísta gobernante en los estados.
Y así es como, acompañado de los secretarios de Gobernación, de la Defensa, de Seguridad Pública y del titular de la PGR, se reunió hace dos semanas con los 14 gobernadores priistas, los representantes legislativos en las Cámaras de Senadores y diputados, quienes llegaron de la mano de su dirigente nacional, la generala del tricolor Beatriz Paredes.
Como era de esperarse, en la reunión el ejecutivo federal lanzó a boca de jarro las acusaciones que pesan sobre los gobernadores del Partido Revolucionario Institucional.
Y en su defensa, los acusados se declararon puros y santos; negaron tener vínculos con las bandas del narcotráfico ni proteger sus actividades; salieron indignados y ofendidos de la residencia oficial.
Ante el fracaso del encuentro, otra será la historia que pronto quedará escrita, abanderada por la presunta lucha contra el comercio de las drogas y los estupefacientes en el país.
Información privilegiada obtenida la tarde de ayer miércoles en las altas esferas del poder, asegura que el gobierno federal, avalado y apoyado por Washington, ha tomado una determinación.
Y en consecuencia, pronto, muy pronto, rodarán cabezas tricolores, en uno o dos estados que, se dice, está más que comprobada su cooperación con el narcotráfico.
Por lo tanto…
Ya se escuchan tambores de guerra.
Anuncian un nuevo escándalo nacional que cimbrará, otra vez, las estructuras políticas del país.
La pregunta es dónde será el golpe.
En el norte, el Golfo o el Sureste.
Se dice, se especula y se comenta que del 13 de marzo al 15 de abril en nuestro estado se soltarán los demonios.
¿O usted qué opina?

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