miércoles, 13 de mayo de 2009

EL INFIERNO DE DANTE

Se le vino el mundo encima al senador Dante Delgado.
Su franquicia Convergencia está en riesgo de desaparecer como partido político, y Armando Méndez de la Luz, es considerado usurpador de la dirigencia estatal en Veracruz.
Lo anterior es el primer resolutivo de la Sala Electoral del Poder Judicial de la Federación, en respuesta a los juicios JDC/001/06/030/2009 y su acumulado JDC/002/06/030/2009, interpuestos por militantes de Convergencia, inconformes con la imposición de Armando Méndez de la Luz como dirigente en el estado, efectuada el pasado 20 de enero.
La autoridad electoral avala todos los señalamientos violatorios de la ley que fueron presentados por la disidencia Dantista, y que confirman que Convergencia no cumple con los requerimientos legales para ser considerado instituto político.
Y de paso resuelve también que Méndez de la Luz es un representante partidista ilegítimo, por no haber sido electo a través de asamblea, tal como lo ordenan los estatutos internos de la agrupación política.
Indudable que el dictamen representa un golpe de muerte para Dante Delgado, tanto para su bolsillo como para sus aspiraciones políticas del futuro.
No es para menos.
Dante convirtió a Convergencia en una empresa política familiar, para usufrutuo propio y de familiares, parientes, amigos y cómplices, entre éstos, algunos editores veracruzanos, a los que regaló lujosas residencias en selecto fraccionamiento boqueño, y financió rotativas, cuando gobernó Veracruz cuatro años (1988-1992).
El exgobernador sustituto lleva años jugándole al vivo; le ha sacado tanto jugo a su partido que olvidó que la licencia para operarlo era falsa por incumplir con los requisitos que esta actividad demanda.
Después de tantos miles de millones de pesos cobrados por concepto de prerrogativas económicas, que según sus ahora detractores, fueron a engrosar sus cuentas bancarias personales, ahora resulta que la existencia de Convergencia como institución partidista, carece de legalidad.
El partido naranja no cuenta con los documentos básicos que amparen la existencia de padrón de afiliados, consejos ciudadanos, comités municipales, integración de los círculos de base y territoriales, de las agrupaciones de mujeres, de jóvenes, de trabajadores y productores.
Es decir, Convergencia tiene registro ante el Instituto Federal Electoral y sus similares en los estados, pero no cuenta con la estructura que ampare su existencia.
En un principio, cuando los inconformes, encabezados por el exsecretario general del CDE Arturo Cázares Lara, denunciaron que legalmente Convergencia estaba prendida de alfileres, Dante no pudo evitar carcajearse.
Tildó de locos y malagradecidos a todos los que protestaron por el dedazo de Armando Méndez de la Luz, quien llegó al liderazgo estatal en sustitución de Alfredo Tres Jiménez, primo político de Dante, que dejaba el CDE al haber sido premiado con una diputación plurinominal en el Congreso de Veracruz.
Hoy, el dueño de Convergencia, debe estar furioso y haciendo todo tipo de rabietas por la primera resolución de la sala electoral del Poder Judicial de la Federación, que coloca a su instituto político en el filo de la navaja.
Acaba de aparecérsele el mismo diablo, reencarnado en todos aquellos jóvenes “amigos” suyos, a los que, primero invitó a militar en Convergencia, luego los ilusionó con hacerlos líderes estatales de su partido, y finalmente los traicionó al hacerlos a un lado para imponer a sus esbirros; el último de ellos, el panadero, recordado como uno de los peores alcaldes que ha tenido la capital del estado.
No la tiene nada fácil Dante Alfonso.
Por un lado Méndez de la Luz fue encontrado dirigente espurio; tendrá que abandonar el cargo, regalado por su amigo Dante con el único objetivo de que el pastel siguieran disfrutándolo sólo los afines al cordobés.
Y por el otro, el senador veracruzano tendrá que acreditar la legalidad del registro de su partido, para lo cual le dan de 90 a 120 días.
De pilón, a Convergencia podrían caérsele las escasas candidaturas que tiene para diputados federales, en las que, para no salir del negocio familiar, van como candidatos su hermano Pablo Delgado Rannauro, por Orizaba, y su sobrino Daniel Delgado Bueno, por Córdoba. Mientras que en los primeros lugares de las plurinominales anotó a cercanos de su club selecto de amigos, esos que cada seis años cambian de piel y venden su alma al mismo diablo.
El infierno de Dante apenas empieza.
Es el resultado del abuso del poder, cometidos como dueño de un partido político; ha enloquecido, aseguran sus excercanos, a tal grado que hasta su pepona, también tuvo que salir por piernas.
El político cordobés, nacido en Alvarado, nunca respetó en Convergencia la declaración de principios, estatutos, ni planes de acción, mucho menos a sus militantes.
Hacer y deshacer por sus pistolas y no compartir migajas de su poder, incendió la rebelión liderada por Arturo Cázares, que tenían los pelos en las manos.
Ya es tarde para apagarla.
¿O usted qué opina?

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