miércoles, 1 de julio de 2009

¿QUIÉN SIEMBRA EL TERROR?

¿De quién es la mano que mueve los hilos de la violencia en Veracruz?
Es la pregunta que todos los días se hacen propios y extraños, y por supuesto también, la clase política de la entidad.
Y no es para menos.
En forma por demás extraña y sospechosa, los hechos delictivos han vuelto a ensangrentar las calles de ciudades importantes del estado de Veracruz.
Y nada es fortuito ni producto de la casualidad; lo que viene suscitándose en puntos electorales estratégicos de la entidad, tiene origen, y sus blancos de ataque son claros y definidos.
El objetivo principal es provocar escenarios de terror previos a la jornada electoral del próximo domingo 5 de julio, que desencadenen en votos de miedo y rechazo hacia el partido político del gobernador Fidel Herrera, a quien mentes perversas buscan satanizar señalándolo de incompetente para darle seguridad a su pueblo, y cómplice de las bandas criminales apostadas en Veracruz.
Que los distritos electorales de Veracruz, Boca del Río, Córdoba y Xalapa, estén siendo campo abierto de ejecuciones, no es coincidencia de las estrategias de ataque de la delincuencia organizada.
Que de pronto, los criminales hayan decidido cobrar venganza eliminando a sus adversarios para apoderarse de las plazas de los municipios arriba mencionados, recae en sospechas de actuación con logísticas rigurosamente sometidas a organización y planeación.
Sobran argumentos para mencionarlos como ejemplos del porqué el PAN, de Miguel Ángel Yunes Linares, y el PRI, del gobernador Fidel Herrera, concentren su poderío político-financiero y de mañas en ganar las diputaciones de Veracruz, Boca del Río, Córdoba y las dos Xalapa.
Lo reprobable es que para conservar o conquistar nuevos espacios políticos se tenga que recurrir a generar episodios de pánico y zozobra, en los que las víctimas que aparecen ejecutadas, con el tiro de gracia y leyendas de advertencia, al parecer son inocentes que ninguna relación tenían en el ámbito político-electoral veracruzano.
A cuatro días de las elecciones federales, no caben dudas que mentes siniestras que, deben conocer Veracruz como la palma de sus manos, buscan reventar la jornada cívica, incendiando de violencia el territorio estatal, preferentemente en 12 distritos electorales.
Sin embargo, esas estrategias primitivas, poco o nada beneficiará al instituto político al que pertenezcan el o los operadores.
Si de jalar votos se trata, en sus propias trampas morderán el anzuelo, porque a escasos días de la contienda, la ciudadanía ya tiene definido a qué partido y a qué candidato entregará sus votos.
Los abanderados que en dos meses no hayan logrado penetrar y ser aceptados por el pueblo, no podrán hacerlo en las horas que restan de activismo proselitista.
Siempre he reiterado que la política es de tiempos y de ritmos, en la que no existen remedios mágicos no ocasionales.
Para alcanzar resultados se requieren dedicación, trabajo arduo y entrega de resultados, y en este renglón, el gobierno de Fidel Herrera lleva ventaja inalcanzable a sus adversarios que apuestan que le vaya mal.
Sembrar pavor y espanto entre los ciudadanos que entusiasmados han decidido salir a sufragar, no cambiará los resultados que se vislumbran de las elecciones del domingo, al contrario los efectos podrían revertirse a los candidatos que representan al partido que, se presume, promueve el voto del terror.
Para muchos actores políticos del estado que expertos en esas artimañas de autoincendiar el pueblo para luego aparecer como el mejor de los bomberos, se atreven a señalar que la mano que mece la cuna en el regreso de la disfrazada narco-violencia a las calles de Veracruz, está plenamente identificada.
Podrán causar ríos de sangre inocente.
Pero repito, de aquí al día de las votaciones, nada cambiará la decisión de los veracruzanos.
¿O usted qué opina?

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